Las crónicas cuentan que un día primaveral de 1786, a un vendedor de la Plaza de Armas se le echó a volar una de sus estampas con dirección a la antigua Cañadilla. La imagen se habría posado en un árbol, donde una madre hacía catecismo a sus hijos. En ese lugar, se construyó una pequeña gruta que comenzó a ser venerada como milagro por el pueblo chimbero. Tiempo después, el entonces Obispo de Concepción Francisco José de Marán y Geldres, en agradecimiento a la Virgen del Carmen, comenzó la construcción de la parroquia, proyectada por Juan José de Goicolea e inaugurada en 1807. El temblor de 1822 la destruyó parcialmente, por lo que fue reconstruida hacia 1890 por el arquitecto francés Eugenio Joannon. Esta obra de estilo Neoclásico, es Inmueble de Conservación Histórica.
Los orígenes de la Iglesia de la Estampa, están fechados por convención, en la primavera de 1786. Cronistas e historiadores de la talla de José Pérez García, Benjamín Vicuña Mackenna, Diego Barros Arana, Justo Abel Rosales, entre otros, cristalizaron este milagroso acontecimiento.
Se cuenta que la esquina de Ahumada con el antiguo Portal Sierra Bella –hoy Fernández Concha- se encontraba un vendedor de imágenes de santos. De pronto, una de sus estampas con la imagen de la Virgen, se desprendió de sus manos, se suspendió en el aire y empezó a volar como un pájaro atravesando la Plaza de Armas. El viento habría conducido al vendedor y sus estampas hacia el norte, que, acompañados por una multitud expectante, transitaron por la calle Puente, atravesaron el Puente de Cal y Canto y llegaron a la Cañadilla, específicamente a la quinta de los Valdivieso. Allí, el remolino habría declinado y la estampa se habría posado en un durazno, junto a una mujer que enseñaba catequesis a sus hijos. Entonces, se generó una gran batahola, en la que todos querían poseer el “extraordinario y místico aerolito” (Rosales, 1887, p.157).
Conforme pasó el tiempo, este sitio fue convertido en un lugar de devoción: primero unas ramas acomodadas, luego una humilde gruta rememoraba a los feligreses el milagro de la Estampa. El momento de inflexión que cambiaría el curso de los acontecimientos, fue narrado por Benjamín Vicuña Mackenna: en 1798 el Obispo Marán habría sido emboscado por 1500 mapuche, en las proximidades de Valdivia. Allí, su vida fue apostada en una partida de palin o chueca, de la finalmente consiguió salir indemne. Con el fin de agradecer a la Virgen del donó 20.000 pesos de su propia fortuna y parte de sus propiedades para construir un gran templo en agradecimiento a la Virgen del Carmen (Vicuña Mackenna, 1869, p. 353), que sería la Iglesia de la Estampa de Nuestra Señora del Carmen.
En 1805 comenzó la construcción del templo, proyectado por el discípulo de Joaquín Toesca, Juan José de Goicolea en calidad de director general de la obra. Su inauguración se realizó en 1814 y para 1817 La Estampa ya era partícipe de la vida republicana al ser la primera en repicar sus cuatro campanas en recibimiento del victorioso Ejército Libertador. El 22 de julio de 1819 fue investida con la flamante categoría de parroquia, sin embargo, el temblor de 1822 destruyó la edificación original. Fue parcialmente reconstruida y luego derruida por segunda vez tras el terremoto de 1828, en el que -se dice- se habría extraviado la Estampa original (Zañartu, 1963, p. 19). Fue reedificada y reducida a una sola nave, perdiéndose las otras dos de la primigenia construcción tras el terremoto de 1835. Su párroco, el señor Benjamín Sotomayor, ordenó una nueva reconstrucción que hacia 1865 se encontraba culminada. A fines del siglo XIX, fue reconstruida por el prestigioso arquitecto francés Eugenio Joannon en 1890, versión en la que se conservó la planta precedente. (Pereira Salas, 1965, p. 276).
Tempranamente, la Iglesia de La Estampa comenzó a configurar su propia identidad y a dejar su sello entre los habitantes de la entonces Cañadilla. Así lo consigna Justo Abel Rosales, quien rememora a sus célebres sota-curas, capellanes que abrazaron la causa patriota y lucharon en batallas, algunos incluso armados. Se recuerdan también las bulliciosas fiestas de aguinaldos que se realizaban al interior del templo, en que se “hacían resonar los instrumentos más extraños, figurando unos el canto del canario, otros un rebuzno, el bramido del toro, etc.” (Rosales,1887, p. 226).
Si bien hacia 1888 la iglesia ya estaba integrada al territorio, no estuvo exenta de resistencias y dificultades: en junio de ese año, la efigie de la Virgen fue sustraída de su lugar y lanzada a un lodazal cercano. Fue hallada por algún vecino y restituida a su sitio original.
Apenas despuntaba el siglo XX y un mes antes del gran terremoto de Valparaíso de 1906, las naves laterales de Iglesia de la Estampa se encontraban en construcción. Ella se convertiría en el templo más alto de Santiago, pero un fatídico derrumbe sepultaría dichas expectativas y terminaría aplastando entre sus escombros a cuatro trabajadores. Ya reconstruida, el 8 de septiembre de 1913, ocurrió un hecho infausto para la parroquia: la imagen de la Virgen fue dinamitada. Todo lo que había alrededor fue destruido, pero la figura quedó sorpresivamente incólume.
En la actualidad, la Estampa se constituye como la segunda iglesia más antigua de la Cañadilla después de El Carmen Bajo. Con su aura milagrosa, logró sobrevivir a terremotos, ser construida y reconstruida por los arquitectos más destacados de su época. Todo ello, le confirió al barrio un sello que excede lo religioso, de cariz eminentemente popular, abierta, de códigos y especificidades propias.
Bibliografía para profundizar
Campana de la Iglesia de La Estampa. Blog Chile Iglesias Católicas.